Miguel Villa,

Relatos de Sabado con Miguel Villa

0:00 Maria Esther Borrero Calderita 0 Comments




"Los Sueños Rotos"


     Él era todo lo que yo soñaba. Un día se echó a la mar y comenzó para mi la misma angustia que tantas veces había visto en los ojos de otras.

     Cuando había temporal nos encontrábamos en el acantilado, con la respiración contenida y los puños apretados hasta que regresaban los barcos con nuestros hombres. Llegaban agotados, empapados en mar, con la mirada asustada del que le vio el rostro a la muerte y el alivio de verse a salvo en tierra firme. La alegría al abrazar al ser amado se veía a veces ahogada por el llanto de quién sólo podía abrazar a la nada. Marchaban todos juntos y algunos no regresaban.

     Nunca pensé, a pesar del miedo y la angustia que pasaba casi a diario, que yo abrazaría a la nada.

     Aquel día la tormenta era brutal. Estuvimos horas bajo la lluvia y el frío, a solas con nuestros temores. Cuando las sirenas del puerto anunciaron la llegada de los barcos, el nerviosismo aumentó. A lo lejos se veía como se elevaban sobre el mar para luego desaparecer engullidos por las olas. Dejábamos de respirar cuando el mar los envolvía y los gritos desgarrados cortaban el aire cuando emergían de entre la espuma. Algunas intentaban contar los barcos, pero era imposible: el mar jugaba con todos, izando unos y hundiendo otros. Yo tenía un pálpito y ese pálpito no era bueno. No lograba ver la gran proa dorada que abría el paso del “María Cristina”.

     Con gran dificultad fueron entrando en el puerto. Llegaron todos... menos el “María Cristina”.

     Diez marineros y el capitán desaparecieron entre la tormenta. Toda mi vida era uno de ellos. Quitándole la vida al mar, el mar les quitó la vida. Pasé meses mirando al horizonte, pero el mar no contestó.


Miguel Villa


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